Vía de Salud

¿Te cuesta conciliar el sueño por las noches? ¿Te sientes cansado y estresado al despertar? ¿Quieres aprender a relajarte y dormir profundamente? Si la respuesta es sí, este artículo es para ti. Te voy a enseñar algunas técnicas de relajación para dormir mejor, recuperar energías y descansar. Estas técnicas son fáciles de aplicar y solo requieren unos minutos al día. Veamos cuáles son y cómo hacerlas. Respiración profunda: Esta técnica consiste en respirar lentamente por la nariz, llenando el abdomen y el pecho, y luego exhalar por la boca, vaciando el aire completamente. Se recomienda hacerlo durante 5 minutos antes de acostarse, en una posición cómoda y con los ojos cerrados. La respiración profunda ayuda a relajar el cuerpo y la mente, reducir el ritmo cardíaco y la presión arterial, y liberar tensiones. Meditación: La meditación es una práctica milenaria que consiste en enfocar la atención en el presente, sin juzgar ni reaccionar a los pensamientos o emociones que surjan. Se puede

La meditación es una práctica milenaria que consiste en enfocar la atención en el presente y liberar la mente de pensamientos negativos y distracciones. Además de ser una herramienta efectiva para la reducción del estrés y la ansiedad, la meditación puede tener beneficios significativos para la salud física y mental de las personas de todas las edades. En términos de salud física, la meditación se ha demostrado que ayuda a reducir la presión arterial, disminuir el riesgo de enfermedades cardíacas y mejorar el sueño. Además, la meditación puede mejorar la función inmunológica y reducir la inflamación en el cuerpo. En términos de salud mental, la meditación puede ayudar a reducir la ansiedad y la depresión, aumentar la sensación de bienestar y felicidad, y mejorar la capacidad de concentración y el rendimiento académico. Para los niños de 12 años, la meditación puede ser una herramienta útil para lidiar con el estrés escolar y las preocupaciones cotidianas, y puede ser una forma efectiva

No tengas miedo, no te presiones ni te exijas demasiado; un paso a la vez. HACE VARIOS AÑOS estuve sumido en una depresión que afectó tanto mi salud física como mental. Esta depresión fue, a la misma vez, causa y efecto de un debilitamiento físico, mental y espiritual que parecía no tener un final previsible. Cada mañana amanecía mareado, sin fuerzas ni ganas para enfrentar el nuevo día. Dentro de la impotencia y el desconocimiento de lo que me estaba pasando, decidí tomar control de lo poco que podía ocuparme para recuperar, al menos, parte de mi bienestar. Comencé a caminar por las tarde, poco antes de oscurecer, durante cinco minutos. Luego fui aumentando la caminata a diez, quince y hasta veinte minutos, tres días a la semana. En la siguiente visita al médico, los niveles de colesterol y triglicéridos habían descendido. Ya estaba ganando la batalla. Caminar me derivaba una sensación de bienestar sicológico más que físico; en el plano físico la caminata representaba un verdade