Cómo reducir el consumo de sal

La sal es la causa de muchas dolencias que pueden hacer colapsar la salud a largo plazo
Comúnmente ingerimos alimentos que tienen sal en exceso, especialmente, los que se adquieren en los comercios de comidas preparadas. También se comete el error de echarle sal cruda a los alimentos, particularmente a las ensaladas y las frituras.

Lo malo del asunto es que mientras más sal ingerimos, más sal necesitamos la siguiente ocasión para sentir la misma sensación de sabor que la ocasión anterior. La sal irrita las papilas gustativas volviéndolas ligeramente insensibles, por lo que recurrimos a echar mucha más sal a los alimentos.

Se ha probado que el consumo de sal ser causa de aumento de peso, acumulación de líquido en el cuerpo, hipertensión y otras condiciones adversas para la salud. En China, por ejemplo, la ingesta de alimentos altos en sal es un problema de salud pública que se refleja en algunos alimentos que exportan a otros países. (En 2006 varias marcas de sopas "ramen" redujeron o eliminaron la sal para evitar el bloqueo de esos productos).

La buena noticia es que las papilas gustativas se pueden renegerar fácilmente y no se quedan irritadas permanentemente. La otra buena noticia es que podemos reemplazar el sabor de la sal con aderezos saludables.

Establece una estrategias personal

Una de las estrategias más simples para reducir la ingesta de sal, sin sacrificar el sabor y la sensación de salado en los alimentos, es sustituirla por algo agrio. El sabor agrio es similar al sabor salado, por lo que las personas pronto se acostumbran a prescindir de la sal. Los aderezos agrios, ya sea con vinagre, limón o crema de queso, mantienen el mismo gusto en las comidas sin los riesgos de la sal, además de ayudar a la digestión. La mostaza es un excelente sustituto de la sal si se usa moderadamente.

Otra idea es dejar de consumir alimentos y bocaditos salados. La industria no tiene compasión con los consumidores y cada vez más lanzan al mercado productos altos en sal, grasas y azúcar. Como no se tiene control de la cantidad excesiva de sal en esos productos, la forma más sabia de tratar con ellos es abandonarlos por completo y hacer sus propios entremeses.

La mejor idea es aprender a apreciar el sabor natural de los alimentos que ingerimos. Cuando hayamos sanado las papilas gustativas, reduciendo o eliminando el uso excesivo de la sal, podremos saborear de forma natural las frutas y vegetales y hasta las carnes, huevos y pescados sin correr los riesgos asociados con el consumo de sal.

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